SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES Y BEATA LAURA VICUÑA

En este lugar, como en tantos otros santuarios el peregrino y el turista viven la experiencia de un misterio que los supera, no solo de la trascendencia de Dios, sino también de la Iglesia que trasciende su familia, su barrio, su cultura. En el santuario muchos peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas. Estas paredes contienen muchas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos, que muchos podrían contar.
La devoción popular penetra delicadamente la existencia de cada persona y, aunque también se vive en una multitud, no es una “espiritualidad de masas”. En distintos momentos de la lucha cotidiana muchos recurren a algún pequeño signo del amor de Dios: un crucifijo, un rosario, una vela, que se enciende para acompañar a un hijo en su enfermedad, un Padre Nuestro musitado entre lágrimas, una mirada entrañable a la imagen de María, una sonrisa dirigida al cielo, en medio de una sencilla alegría.
Es verdad que la fe que se encarnó en la cultura puede ser profundizada y penetrar cada vez mejor la forma de vivir en nuestros pueblos. Pero eso solo puede suceder si valoramos positivamente lo que el Espíritu Santo ya ha sembrado. La Piedad popular en un “imprescindible punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda”.





El Santuario, Signo de la Alianza de Dios con los hombres y de los hombres entre sí.
Edificado hace alrededor de cincuenta años, con su arquitectura neogótica implantada en este lugar al igual que en otros puntos del país, el Santuario responde a la imagen de templo que tenía el inmigrante. La remodelación actual supera la imposición de un estilo arquitectónico europeo. El santuario renovado manifiesta la unidad entre las diversas culturas que componen la sociedad en Junín de los Andes y toda la Patagonia Argentina, valorizando las originarias que durante tanto tiempo fueron subestimadas. Esta regionalización del templo no es más que el deseo de plasmar materialmente el ruego de Jesús: “Que todos sean Uno.” El arte, como rostro de la historia, expresa las mejores creaciones de cada una de las culturas presentes en nuestra tierra. A través de los símbolos, signos imágenes utilizadas, el santuario se convierte en un poderoso instrumento de inculturación del mensaje evangélico. La misma fe, vivida desde tradiciones culturales diversas, encuentra su manifestación material en el templo, signo de la alianza de Dios con los hombres y de los hombres entre si.


